En 1944, Elsie Shrigley y Donald Watson acuñaron el término “veganismo”, si bien dentro del animalismo abolicionista ya muchas personas habían adoptado esos principios antes, aunque no estuviesen definidos y agrupados bajo un concepto. El veganismo pasó a formar parte del ideario de la liberación animal por razones obvias. Nuestra forma de entender el veganismo es una actitud de respeto hacia todos los animales, contraria a ciertas prácticas y al consumo de productos obtenidos a partir de su uso o muerte.

El veganismo implica no comer ni vestirse con ningún producto de origen animal, tampoco utilizar productos que contengan ingredientes animales o hayan sido experimentados en ellos, ni participar en espectáculos donde sean utilizados. Se podría decir que es una filosofía de vida marcada por unas elecciones, aunque la diversidad de puntos de vista y motivaciones a la hora de elegir el veganismo es enorme. Desde los más comunes motivos éticos, a políticos o religiosos, el hecho de que una persona se considere vegana solo nos asegura que no consume determinados productos, no el porqué. Por eso hablar de “la gente vegana”, como si fueran un grupo homogéneo, es poco riguroso.

También suele haber cierta confusión con los términos “vegetarianismo” y “veganismo”. El vegetarianismo es una dieta, basada en alimentos de origen vegetal, y el veganismo es algo más amplio, es el rechazo de los productos obtenidos mediante la explotación animal no solo en el terreno alimentario, sino a todos los niveles. Reseñar que el término “vegetarianismo” aparece impreso por primera vez en 1842, pero se afianza definitivamente con la creación, en Manchester en 1847, de la Vegetarian Society [1]. El término “vegetarianismo” se creó para describir a la dieta que excluía todos los alimentos de origen animal. Fue con el tiempo que algunas personas autodenominadas vegetarianas empezaron a incluir huevos, lácteos y miel en sus dietas, lo que ocasionó fuertes discusiones en los entornos vegetarianos. A día de hoy, la confusión es tal, que se entiende por vegetarianismo al ovolactovegetarianismo, e incluso el consumo ocasional de pescado, pollo, etc.

La importancia que le vemos al veganismo es doble: por un lado, dejando de colaborar con la explotación de animales no humanos intentamos no alimentar aquello que queremos combatir, o al menos hacerlo cada vez en menor medida (ya que el sistema de producción es tan complejo que es prácticamente imposible garantizar que nada de lo que se consume haya perjudicado de alguna manera a nadie). Por otro lado, nos parece una buena forma de poner en práctica desde ya las ideas antiespecistas, sin tener que esperar a que el resto de la sociedad avance en ese sentido para intentar actuar en consecuencia. Las ideas se tienen que poder traducir en actos, si no no sirven para nada. No concebimos el veganismo como un fin en sí mismo, es una consecuencia lógica de las ideas antiespecistas, pero no es una lucha en sí, sino una postura vital que encaja y potencia una lucha, la de la liberación animal.

Fuentes

[1] John Davis. The Origins of the ‘Vegetarians’.

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